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La inseguridad y sus jardineros

La campaña electoral está resonando por varios costados. Generalmente, en estas situaciones, hay temas clichés que se usan, junto a los medios masivos, para “hacer política” o, mejor dicho en este caso en particular, para hacer campaña. Sin dudas, el tema con mayor repercusión en el actual camino hacia la disputa electoral, es el de la inseguridad. Es verdad, la inseguridad es un problema que se tiene que solucionar. Pero, en los debates mediáticos con muchos políticos en busca de votos, las posibles soluciones se acotan a encarar el problema con la mirada puesta en las consecuencias (robos, asesinatos, etc), y con la acusación sobre los menores que delinquen. Como si un jardinero, al momento de querer eliminar un yuyo le cortara sólo las hojas.
Entre este tipo de jardineros, sólo estaban en un principio, De Narváez, Solá, Blumberg, etc. Entonces, sobre este eje, piden la baja de edad de imputabilidad, más institutos de menores, penas más fuertes, e incluso se llegó a reclamar la pena de muerte para casos extremos. En la campaña, por supuesto, se cuestiona a quien tiene el Gobierno. Y todos esos jardineros, entre otros, criticaron en forma constante la falta de políticas estatales en dirección de mejor seguridad para la población. En un principio, la presidente Cristina Fernández dijo que “la seguridad no se hace con leyes más duras” y también agregó que “si no hay trabajo, no hay política de seguridad que resista”.
El asesinato de Capristo en manos de un chico de 16 años en Lanús, hace alrededor de diez días, disparó el cambio de planes para el modelo del Gobierno. Néstor K, como defensor del modelo que él empezó, reclamó que se trate el proyecto de la baja de edad de imputabilidad en el Congreso. El gobernador Scioli asegura que la mayoría de los delitos son por culpa de la droga que se vende a los menores. “Hay que bajar la edad de imputabilidad, para que el menor no haga lo que sabe que está penado”, dicen.
Ni los candidatos de la derecha, ni el Gobierno, dicen que la inseguridad se soluciona con políticas sociales e integrales, a mediano y largo plazo, porque esta situación no va a cambiar de un día a otro. El problema no es que los pibes se drogan, sino que no tienen para comer, que no están involucrados en el sistema educativo y mucho menos en el de salud. El foco del problema no está –como dicen- en “la locura del menor que es capaz de acribillar a balazos a otra persona”, sino en la locura de la sociedad que excluye, que discrimina, que le da esas armas, o esa droga a esos menores. La inseguridad no nace ni muere en los jóvenes, sino que es parte de un sistema injusto, con una inexistente distribución de la riqueza, y sobre todo, por una corrupción fomentada principalmente desde los círculos de poder.
Existe la Ley de Promoción y Protección de los Derechos de la Niñez (Nº 13.298) que promueve una intervención del Estado para que no haya más exclusión social, para que los chicos crezcan en buenas condiciones, en el marco de la familia, con una buena educación y salud, con trabajo y vivienda digna. Los Derechos del Niño reclaman una Asignación Universal por hijo, que en este país no se implementa. Las soluciones son más profundas que agrandar el margen para que más niños terminen en cárceles o institutos que, dicho sea de paso, ya están colapsados. La sociedad no necesita más jardineros efectistas, necesita jardineros en serio. Si no, en la próxima campaña, se hablará, nuevamente, de inseguridad.

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